A puertas de
una nueva alcaldesa
A pesar de su caos vehicular, la informalidad, la falta de seguridad, disfruto vivir aquí. Nos hemos acostumbrado a convivir en una ciudad entre los pobres y los ricos, donde los primeros luchan por sobrevivir y los segundos viven a expensas de otros. Todos los días me levanto, prendo las noticias, cargadas de noticias frívolas pintadas de sangre y lágrimas, me baño, cambio y salgo para ir a la universidad. Subo a mi combi, cargada de música chicha, gritos del cobrador y, así los maldiga por jugar con mi vida para ganar más plata, no me imaginaría un servicio formal, donde tenga solo una línea, a una hora específica, que llego rápido y me deja donde yo decida. Si llego tarde, no importa, pues la hora peruana me lo permite y, la viveza de mi gente, ayuda si es que no quiero atender a clases. Así vivo todos los días y, no sé si me agrada ni en un 80%, pero me he acostumbrado. De todas formas, si tuviera que cambiar algunos detalles, mejoraría la educación de las personas, mayores posibilidades de transporte y el acceso a la salud. Tal vez por ello, no tenía muy seguro por quién votar, porque ambas tenían algunas de las cosas que me gustaría. Al final, sin tener mucha inclinación, marqué el mapa. Sin embargo, no discrimino a la casi alcaldesa de Lima, solo espero que no sea tan radical y que sus postulados tengan como principio los derechos a la vida, a la libertad y a la educación.
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